domingo, 20 de diciembre de 2009

El estallido

Las vacaciones recién comenzaron y ya sueño con séptimo grado. “El 2002 va a ser difícil pero creo que me voy a divertir”, escribo en un cuaderno con la letra cursiva más linda que tengo. Hace mucho calor, por eso me levanté temprano.

- ¿Te enteraste de lo que pasó?- pregunta mi tía.

- No, ¿qué?- digo con un tono medio adormilado.

Prendo la televisión algo confusa, es el mediodía del 20 de di
ciembre del 2001, y la cara de De la Rúa ocupa toda la pantalla. Después, gente en las escalinatas de la catedral de Buenos Aires muestra sus heridas de bala de goma y otros gritan “Que se vayan todos”, montados al caballo de bronce de Belgrano, situado frente a la Casa de Gobierno. Lo primero que atino a hacer es prender la videograbadora.

- Es lo que papá me diría que haga- piens
o y pulso “Rec”.

Dos años antes, el 24 de octubre de 1999, ponía una línea de puntos que iba a ser completado con el nombre del nuevo presidente. Escribía una carta a mi abuela, eran las primeras elecciones que vivía con entusiasmo. “Espero que haga algo”, era la frase que seg
uía la línea de puntos que, llegada la tarde, se llenó con un “Fernando De la Rúa”. Tenía nueve años y sabía que (Carlos) Menem era malo, era chiquita todavía porque coloreaba las mayúsculas. Ahora tengo 12, recién cumplidos, y llamo a mi mamá que trabaja en el microcentro, a dos cuadras de la Casa Rosada. Tengo miedo. Miro el televisor mientras sostengo el teléfono que llama a su trabajo. La policía montada reprime a los manifestantes y los camiones hidrantes circulan por los alrededores de Plaza de Mayo. No me contesta.

El “corralito financiero” fue lo que hizo que la gente explotara con sus cacerolas en la calle. A principios del mes de diciembre el ministro de Economía, Domingo Cavallo, el padre de la bestia llamada convertibilidad, anunció que no se podía extraer más de 250 pesos (o dólares) en efectivo de los bancos, para frenar la fuga de capitales hacia el exterior. Esa
misma noche salimos -mamá, papá y yo- a recorrer los cajeros automáticos para sacar los sueldos. No éramos los únicos. El pánico se mostraba en las largas filas y la furia brotaba de los que al llegar al cajero se encontraban con que estaba vacío. El 3 de diciembre comenzó a regir el decreto del “corralito” pero ya no había ni un mango en la calle. Días después comenzaron los saqueos a los supermercados. Los diarios decían que una de cada tres personas eran pobres en el Gran Buenos Aires.

Mamá vuelve a casa más temprano. Su jefe hizo retirar a todo el personal antes por el caos en la calle. La abrazo. Me cuenta que un policía al grito de: “
¡Cuerpo a tierra!”, la confundió con una manifestante y tuvo que esconderse en un garage. Me río, ella también. Miramos la tele y vemos cómo De la Rúa escapa en helicóptero.


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miércoles, 2 de diciembre de 2009

“Con Andy nos estamos encontrando como capitán y marinero”

Se describe como alguien lúdico y algo aniñado en ciertas cosas. Fanático del cine de terror, desde los 11 años se dedica a realizar productos audiovisuales. Hace un año que trabaja en el programa radial de Andy Kusnetzoff, Perros de la Calle, y afirma que le está encontrando el gusto.

Como un niño. Berta posa junto a sus ídolos de la infancia Carozo y Narizota y su compañero radial, Andy Kusnetzoff.


Parece distraído. Mira por la ventana, absorbe el aire cálido que sale del exterior mientras la gente trata de acomodarse en el ango sto pasillo del colectivo de la línea 42. “Al final la bicisenda nunca funcionó”, comenta de la nada y señala con el índice los autos estacionados sobre el par de líneas blancas que suponen un tránsito sin obstáculos para todos los ciclistas. “Voy a anotarlo para hablar en el programa”, agrega y saca del bolsillo su celular. Dice que el diario lo aburre “atómicamente” pero que la política, en cambio, no lo disgusta.



Sebastián “Berta” Muñiz es el integrante más reciente del programa Perros de la Calle de Andy Kusnetzoff en la radio Metro que ya suma ocho años de aire. Se unió hace un año cuando Sebastián De Caro, uno de sus grandes amigos y compañero de aficiones, decidió irse del programa.

- ¿Qué se siente ser el nuevo del programa?
- Me subí a un barco que ya venía navegando. De un viaje de Río de Janeiro a Indochina, me subí en Sudáfrica. Es un programa que ya tiene su propio público y formato y me subo desde donde puedo, amoldándome. Estoy acostumbrado a ser el capitán del equipo, suelo ser muy exigente y en Perros... ese trabajo lo hace Andy. De a poco nos estamos encontrando como capitán y marinero. Recién ahora puedo decir que me siento cómodo.

Básicamente es actor. Cada palabra tiene su propio gesto, ejemplo inusual o metáfora de la navegación. Admite ser “un poco aniñado” a los 31 años y destaca la importancia de lo lúdico para encontrar una mirada diferente a la vida.

Vos sos...

“Berta”, lo bautizó un día un compañero del secundario terriblemente inspirado luego de ver una película pornográfica llamada Berta, la gorda perversa. Sebastián protestó pero terminó rindiéndose ante la originalidad de su apodo. Pocos años despúes, con apenas 21, llegó a ser uno de los conductores de MTV luego de que el público lo consagrara a través de una votación por Internet.

Todavía recuerda la época en la que lo iban a buscar en limousine a la puerta de la casa de sus padres y viajaba a las entregas de premios en Estados Unidos. Ahora viaja en colectivo a la radio y a pesar del amontonamiento de gente dice no quejarse. Tiene una actitud muy relajada (probablemente muy nutrida por su hermana menor, a la que describe cien por ciento zen) ante los giros bruscos y los empujones característicos del transporte público. Vivir en la República Separatista de Haedo (sic) tiene su precio.

La república del West

“No podría no vivir en Haedo porque es tranquilo, conozco a los viejos de la esquina y mi tía vive a tres cuadras de mi casa. Ahí me siento protegido, la Capital me abruma mucho”, asegura. Resulta difícil de creer para alguien al que constantemente le dicen:

- ¡Sos re alto! ¿Cuánto medís?
- Un metro 93- contesta con una sonrisa asintiendo con la cabeza.

Llegó a pesar 150 kilos pero ahora es sólo un recuerdo en forma de tatuaje en su cuello y en las películas que filmó con FARSA, la productora de cine de género (ciencia ficción y terror) que creó con sus amigos haedenses cuando no alcanzaba la mayoría de edad.

Con el personaje de John West, un luchador de catch con ajustadas calzas atigradas y sombrero cowboy, supo convertirse en uno de los mayores héroes del cine de clase b. Plaga Zombie fue el primer largometraje que protagonizó y participó como guionista. El presupuesto: $167 pesos, una cámara vhs y la idea fija d e matar seres putrefactos.

- ¿Qué es lo que más te atrae del género de terror?
- Me gusta que el género no sea lineal. A pesar de que en la Argentina está visto como un género de menor calidad creo que es porque muchos no saben interpretar las segundas lecturas interesantes.

*
Todo comenzó con un “Bueeenoo, me llevo la cámara”. El papá de Sebastián no llegó a entender en el momento que la filmadora recién comprada no iba a ser para grabar sólo las ocasiones familiares, mucho menos que años más tarde su hijo pudiera vivir de la actuación. “Mi viejo me reclamaba que era él quien me pagaba las clases de teatro y yo hacía que no importaba. Recién ahora tomo conciencia del esfuerzo que hizo para que estudiara y de lo que logré en todo este tiempo”.

Con el último libro de Fernando Savater bajo el brazo, Historia de la filosofía. Sin temor ni temblor, asegura que para él la salvación es ayudar a los otros. “Me gusta colgarme a hablar con gente para saber quién es”, ser una especie de nexo coordinante de los sueños de la gente que conoce. Con el lema de “cuando más difícil, mejor”, Berta encuentra el camino que alienta su curiosidad.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Adiós pampa china

Rosana, o Bialian -tal su nombre verdadero-, vive en la Argentina desde hace ocho años y trabaja como cajera en su supermercado de Ituzaingó. Recién casa y con un hijo, desembarcó en un país que apenas conocía.

"Pip... Pip..." Rosana pasa la mercadería por el scaner con un movimiento seco. Sus ojos rasgados detrás de los anteojos y el flequillo casi ni se ven.

"Chau Ro, gracias", la saluda una clienta. Ella le devuelve el saludo en voz baja, continúa su trabajo con el próximo cliente. La cabeza está sólo concentrada en los productos y en los números. Ensimismada, casi no mira la cara de los que pasan por su supermercado de la localidad de Ituzaingó.

"Liu Bialian" escribe en un papel con letra mayúscula su nombre verdadero, el chino. Abajo agrega: "Fu Jian", su provincia natal, ubicada frente a Taiwan. Hace ocho años que vive con su familia en la Argentina, su marido y tres hijos. "Por ahora estamos acá y me quedo acá", afirma con una sonrisa.

Nunca siquiera había soñado con la posibilidad de vivir en un país como la Argentina. La primera vez que escuchó sobre estos pagos fue de la boca de su marido: "Allá está lindo, linda gente", le decía. Ellos apenas habían cumplido dos años de casados y él había viajado 19297 kilómetros para probar suerte en Sudamérica. "No tenía idea donde estaba, pero vine igual", comenta.

Se casó muy joven, a los 23 años, en la ciudad costera de Fuzhou. Allí trabajaba en una fábrica de zapatos un poco más de 10 horas diarias. Cuando llegó a la Argentina lo que más le llamó la atención fue la tranquilidad, la poca cantidad de gente en las calles.

La población de Fu Jian es de unos pocos millones menos a la total de la Argentina y posee sólo la mitad de la superficie de la provincia de Buenos Aires. Fu Jian logró tardíamente equipararse al desarrollo económico y tecnológico del resto del país. Las rutas y trenes llegaron a la región a mediados del siglo XX ya que la cadena montañosa que la rodea es muy difícil de atravesar. Recién en la década del '70, cuando la República Popular China finalizó el bloqueo de comercialización con el exterior, tuvo su mayor crecimiento.

Bialian, de 37 años, se crió en un contexto de grandes cambios. Recuerda que de pequeña sus padres debían pagar por su educación a un alto precio. Mientras que hace pocos años, afirma, el gobierno chino comenzó a proveer de educación gratuita a sus habitantes. "Acá muchos no trabajan porque le dan esos subsidios, en China no te dan nada", asegura.

El mayor de sus hijos tiene 11 años y es el único chino, sus hijas menores nacieron en la Argentina pero conocen también la cultura de sus padres. "Saben hablar mejor que yo castellano. Para mí es muy difícil. Aprendí con una libreta y el abecedario", cuenta y vuelve a atender a sus clientes. La mirada fija y la concentración adelante.

sábado, 10 de octubre de 2009

La democratización de la palabra

Una tarde la charla en un programa de la fm Bajo Flores, en el corazón de la villa 1-11-14, tenía como eje los derechos humanos y varios adolescentes del barrio se sumaron para opinar.
- ¿Por cuáles derechos luchaban los militantes de la décad
a del '70?- preguntó Mariela Pugliese, conductora y profesora de la UBA
- ¡Por la libertad de expresión! ¡Para que no hubiera censura!- fue la respuesta unánime e indiscutible para ellos.

Para Mariela resultó muy difícil deshacer el consenso sobre esa respuesta ya que, aunque la libertad de expresión es un derecho importante, los chicos no podían verse como los destinatarios de una vulneración de derechos humanos permanente.


La falta de viviendas dignas, buena alimentación y educación es una situación cotidiana para los jóvenes de la villa 1-11-14, de muchas otras partes de la Argentina y del mundo. El sentido común de ellos no despertó la alarma de la situación de carencia en la que viven. Los medios masivos de comunicación implantaron la idea de la defensa de la libertad por sobre todas las cosas, un derecho tan intangible que ni siquiera es completamente respetado por las legislaciones sobre la comunicación en la Argentina.

La ley de radiodifusión, creada por Jorge Rafael Videla en 1980, originalmente prohibía que las radios comunitarias tuvieran su lugar. Por lo tanto, eran consideradas ilegales hasta que la reforma de la ley en 1989 abrió el registro a las radios “truchas” para adjudicarle un permiso precario y provisorio hasta la aplicación de un nuevo marco legal q
ue las contemple.

El espectro radioeléctrico creció en los últimos 26 años de manera desordenada y generó una superpoblación. Alrededor de cuatro mil radios no regularizaron su situación. La ley de Servicios y Medios Audiovisuales es la cuenta pendiente “para que haya una manera plural, democrática, de concebir a los medios”, según Gastón Montells, miembro fundador de la fm La Tribu, una reconocida radio comunitaria.

En América Latina la comunicación alternativa, los medios creados por un grupo social con una intencionalidad política de participación o reivindicación de demandas, no es una experiencia nueva. Las primeras se instalaron a fines de la década del '40 en Colombia, por un cura en el valle de Sutatenza para el movimiento campesino de la zona, y en Bolivia, por trabajadores mineros. Los medios populares se extendieron por todo el continente y entre las décadas del '70 y '80 tuvieron su mayor crecimiento en Argentina.

Las radios comunitarias proponen un proyecto comunicacional alternativo al de los grandes medios y valores dominantes, por ese motivo la mayo
ría no tiene licencias e incluso -en países como Brasil, Guatemala y México- son perseguidas o restringidas a un limitado radio de influencia. En algunas pocas excepciones, entre las que se destacan las leyes de Uruguay, se las protege por considerarlas importantes en el desarrollo y el cambio social. La ley de Servicios Audiovisuales estipula un tercio del espacio radioeléctrico delimitado para este tipo de comunicación, separado de los medios comerciales o estatales.

“La ley no nos va a resolver todo, nos pone a prueba a todos los que estamos involucrados en la comunicación popular”, afirmó Eduardo Najera, uno de los creadores de la fm Bajo Flores y acérrimo defensor del proyecto de ley, que considera
“revolucionario” por plantear límites concretos a los multimedios.

La solidaridad y la participación ciudadana son los rasg
os comunes entre la comunicación popular y el nuevo proyecto de radiodifusión. Distintas organizaciones sociales, los sindicatos de la comunicación, desde movimientos intelectuales hasta piqueteros, la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), a pesar de las diferencias, conformaron -en 2004- 21 puntos de acuerdo, la matriz de la ley de medios. Además se realizaron foros en todo el país, en los que participaron miles de personas con sus opiniones y propuestas.

Sin embargo, la predisposición de las organizaciones sociales a cambiar la ley de radiodifusión, desde comienzos de la democracia, no siempre estuvo ac
ompañado por el interés político a llevarlo a cabo. Hubo más de 70 proyectos de ley que llegaron al Congreso pero sólo uno tuvo despacho de comisión en la cámara baja en los últimos 26 años. Nestor Busso, secretario ejecutivo del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), adjudicó el avance del actual proyecto a la “madurez y voluntad social” y a la “firme decisión del Poder Ejecutivo de impulsar una ley que se enfrenta a los intereses de los grupos monopólicos”.

El debate circuló en todas las esferas de la sociedad, las propagandas televisivas a favor y en contra del proyecto de ley también. Los intereses económicos y políticos sobre los medios de comunicación mostraron el costado que siempre se quiso disimular, uno que involucra las estructuras de poder más qu
e el puro entretenimiento y el show para divertir a la gente. Por ese motivo, Montells afirma: “No solo se trata de la modificación del sistema de medios de comunicación sino del impacto, el reflejo, que tienen en los imaginarios y en la organización de la vida cotidiana”.

Luego de años de vacío legal sobre la comunicación popular, cuyo fin no es el lucro sino que es dar voz a los sectores exluidos por los medios masivos, la aprobación de la ley de Servicios y Medios Audiovisuales significaría un enorme avance y, a la vez, reconocimiento. “Las radios comunitarias tendrán que enfrentar el gran desafío de la calidad, buscar estéticas atractivas para expresar la diversidad cultural”, expresó Busso. Las buenas
propuestas serían fundamentales para los organismos y asociaciones civiles que concursen para la adjudicación de las licencias.

El proyecto de ley medios, a pesar de ser perfectible, instaló el ojo crítico (o dudoso) de gran parte de la sociedad sobre los contenidos e informaciones. “Esta ley es un ejemplo”, manifestó Frank Larou, de la ONU; para otros no es más que una “mordaza”. Eduardo Najera, un fiel representante de las radios comunitarias, reafirma la importancia de una nueva legislación ya que “si no se distribuye la palabra no se va a p
oder realizar la distribución de la riqueza”, la eterna lucha latinoamericana por la igualdad de derechos.

Me encantó esta tapa.
Se aprobó la ley.

martes, 29 de septiembre de 2009

“Lu está”

Pasaron casi nueve meses desde que vieron por última vez a Luciano Arruga, un chico pobre del barrio 12 de octubre de Lomas del Mirador. La Policía Bonaerense es la principal sospechada de su desaparición. Tenía 16 años y había sido detenido ilegalmente dos veces. Nunca cometió ningún delito.


Negro + villero + drogadicto= delincuente. Es una ecuación que no falla para todo un sector de la sociedad que reclama mano dura y la baja de la edad de imputabilidad. No se ahorrará sangre de aquél que llene esas casillas porque el sentido común es el que dicta su peligrosidad. “Un chico de ocho años que se crió en la villa no es una criatura”, suele repetir Gabriel Lombardo cuando reclama fervorosamente por más seguridad frente a los medios de comunicación. Es el presidente de la asociación Vecinos en Alerta Lomas del Mirador (Valomi) y su palabra es casi santa para muchos.

Luciano Nahuel Arruga era morocho, nació y creció en una casilla del barrio 12 de octubre -en Lomas del Mirador- y desde el 31 de enero es un desaparecido más, a pesar de que hace 26 años se agradece estar en democracia. Un testigo lo vió por última vez en el destacamento policial del barrio; había sido golpeado y parecía inconsciente, desmayado, o quizás muerto. Sin embargo, su familia no lo volvió a ver más y continúa en su búsqueda.

“Hay más de 3 mil casos de desaparecidos desde la vuelta de la democracia”, asegura Nora Cortiñas -Madre de Plaza de Mayo, línea fundadora- que la policía es la que, por lo general, está detrás de las desapariciones, por lo que demostraría que los métodos de la dictadura y la impunidad siguen intactos. “El maltrato está desde que el jóven entra en la comisaría, allí son torturados y en algunos casos no aparecen nunca más”, agrega Cortiñas.

*
“¿Cómo una persona puede soportar tanto dolor?”, se preguntaba Vanesa Orieta, la hermana mayor de Luciano, cuando iba a las marchas de los días tres de cada mes en el Congreso para pedir por la aparición de las mujeres secuestradas para la trata de blancas. Nunca pensó que la respuesta la iba a encontrar en su propia experiencia: “Hay algo que te hace no pensar mucho en la desaparición y te hace pelearla para seguir adelante”, afirma.

Vanesa tiene 26 años, estudia Sociología en la Universidad de Buenos Aires. Trabaja para una tarjeta de crédito que le da dos oficios por el sueldo de uno que sólo alcanza para alquilar un pequeño departamento y comprar los apuntes y los pasajes para ir a la facultad. Es diminuta y delgada, encaja perfecto en la frase “es un palo vestido”; su voz es áspera, su discurso anticapitalista, y se desarma en ternura cada vez que pronuncia el nombre de su hermano:

-Lu era un chico muy inteligente y solidario, a pesar de lo que digan los giles. Muchas veces llegó a mi casa preguntando si tenía algo para darle de comer a sus amigos, ellos directamente no tenían nada en sus casas, solo problemas.

Ella se crió en el barrio 12 de octubre pero se mudó sola cuando cumplió 19. En realidad es la hermanastra de Luciano, comparten la misma madre, pero eso nunca fue un freno al cariño que sintió y siente por él. Gabriel Lombardo conoce su historia, fueron vecinos por mucho tiempo, y cuando se siente intimidado no duda en utilizar todos los recursos que tiene a mano para lastimarla. La inseguridad en Lombardo invade cada uno de sus pensamientos y se desvive por eliminarla. Él y su organización fueron los que pidieron la instalación del destacamento en el que Luciano desapareció. A los muchachos de la policía, con los que compartió miles de asados, tal vez se les fue un poquito la mano pero es seguro que Luciano “en algo raro estaba”.

*
-Luciano Arruga es un delincuente con 20 mil causas-

Desde algún lugar preguntan:

-¡Ey! ¿Qué soy? ¿El guacho pistola?-

-Dicen que el chico se peleó con su hermanito, agarró ropa y se fue a Córdoba...-

Vanesa afirma:

-Luciano está acá- señala el espacio que la rodea, a los muebles, pero él no está físicamente- Siento que desde algún lugar me está tirando buena onda y esperanza para que yo siga.

Lo cierto es que Luciano no tenía ningún antecedente por delito aunque sí había tenido muy malas experiencias con la policía bonaerense. Antes de su desaparición había sido detenido dos veces, acusado de robos que nunca fueron comprobados ni asentados en los libros de entrada del destacamento cercano a su casa. Las golpizas y las marcas en su cabeza quedaron registradas en el Policlínico de San Justo.

El 31 de enero fue la última vez que lo detuvieron (ilegalmente). El ADN de Luciano fue encontrado en un patrullero. La causa estuvo embarrada desde el comienzo. Cuando Mónica Alegre, la mamá de Luciano, fue a radicar la denuncia al destacamento no le dieron ninguna copia y cuando Vanesa la fue a buscar las declaraciones habían sido cambiadas. Luciano era, según la denuncia, “un adicto a la marihuana”. Vanesa no hizo más que largarse a reír por lo ridícula que le parecía esa frase y a la vez de impotencia, su hermano había desaparecido.

La única adicción de Luciano era el ciber, ahí jugaba al Counter Strike y chateaba con sus amigos por MSN. Le habían ofrecido robar, también protección y armas. Luciano le contó a su mamá que los policías lo habían hecho pero que él se había negado.

Durante los primeros 45 días, fundamentales para cualquier causa, la investigación estuvo en el más profundo sueño. La fiscal Roxana Castelli, de la UFI n° 7, fue quien le cantó el dulce arrorró. Fue el tiempo suficiente para borrar cualquier prueba y, al mismo tiempo, para desviar el punto clave de la cuestión: Luciano Arruga es un desaparecido en plena democracia. Es el nunca más que la sociedad argentina no puede cumplir.

“Este pueblo tiene miedo a los jóvenes y los pobres”, afirma Nora Cortiñas. Ellos son los otros que no pueden ser vistos como iguales y a los que no se les siente compasión.



martes, 1 de septiembre de 2009

“No sé si llamar al fútbol deporte, para mí es una empresa”

Guillermo Marro es nadador paralímpico y en un comienzo nadar era para él una linda forma de compartir con sus hermanos. Nunca pensó que a los 26 años iba a ser conocido por ser uno de los mejores de la natación nacional. A pesar de tener una discapacidad que afecta a sus piernas desde nacimiento y la falta de apoyo hacia su deporte, parece que no hay nada que pueda detenerlo.

El asfalto era una gran parrilla en donde la gente era el asado. El domingo, al mediodía, la temperatura en Buenos Aires trepó a 34°C. El calentamiento global rompió un record, nunca hizo tanto calor en un día de agosto; según la lógica, es un mes invernal en esta parte del mundo. Lo que muchos no se enteraron fue que ese mismo día se batió otro record, uno panamericano. Guillermo “El Tiburón” Marro, un reconocido nadador paralímpico a nivel internacional, lo logró.
El Campeonato Abierto de Natación convocó en el Cenard (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) a los mejores representantes del deporte adaptado, practicado por personas con discapacidades motrices. Jóvenes de toda la Argentina, junto a algunos representantes de Chile, Uruguay y Brasil, demostraron su “pasta” de atletas. “La gente tiene que ver que lo que hacemos realmente es deporte de alto rendimiento”, afirma Marro ya que el entrenamiento que hacen es igual al de cualquier otro nadador profesional de deporte “convencional”. Guillermo tiene artrogrifosis congénita, una discapacidad del tren inferior que le produce una limitación articular en las piernas. Nada exclusivamente con la parte superior de su cuerpo
.
“El Tiburón de Pergamino”, así lo apodan en su ciudad natal, habla con la misma rapidez con que da cada una de sus brazadas:
-La mañana comienza a las siete, hago un buen desayuno y luego tres horas de pileta. Almuerzo, descanso dos horas, voy al gimnasio una hora y media, y después pileta de nuevo hasta las 19.30. A las 21 ya estoy fusilado. Entreno seis días a la semana- cuenta sin repetir y sin soplar. Al final agrega con una amplia sonrisa: “Ya siento escamas”.
Lo cierto es que tanto esfuerzo rindió sus frutos, Guillermo, a sus 26 años logró consolidarse como un referente en su disciplina y para el deporte adaptado. Participó de los últimos tres Juegos Paralímpicos y estuvo en el podio en cada uno, gan
ó tres medallas, dos de bronce -en Sidney (2000) y Beijing (2008)- y una de plata -en Atenas (2004)-. “El apoyo siempre viene después de las medallas”, se queja Marro que, a pesar de sus logros, prácticamente no tiene sponsors. La Secretaría de Turismo y Deporte junto al Club River Plate son las únicas instituciones que le otorgaron una beca que, a diferencia de las mallas que debe utilizar para tener un mayor rendimiento, no está dolarizada. En los Paralímpicos de Beijing nadó con una malla prestada por Xavier Torres, un veterano nadador de la delegación española, ya que no tenía ninguna en condiciones para la competencia final porque duran sólo cuatro competencias.
“Nooo, ¡es famoso Guille!. Él no se da cuenta pero abre muchas puertas para los chicos con discapacidades”, comentaba uno de los espectadores del torneo, con un mate en mano y con la sabiduría de un dirigente deportivo. “El Tiburón” se preparaba para nadar y un grupo de adolescentes parecía tener una acalorada discusión -en un interval
o, a pocos metros de la pileta de competición- pero en silencio. Las señas salían de sus manos con rapidez y se pisaban unas con otras.
Sonó el timbre de largada y “El Tiburón” se lanzó a nadar. Su entrenadora, Marcela Belviso, miraba con impaciencia el cronómetro. En sus gestos brotaba el nerviosismo, para ella Guillermo es como un hermano menor que cuida desde hace diez años, cuando le hizo caso a su intuición. “Siempre vi en él muchas condiciones, tiene una garra impresionante, intenta constantemente mejorar y da todo por el deporte”, asegura Belviso, una mujer de andar fuerte y personalidad ruda. En los 35 segundos que tardó Marro para llegar a la otra punta de la pileta, Marcela no paró de chiflar, de seguirlo con una mirada expectante y, finalmente, de expulsar unas lágrimas.
Con sólo tres años comenzó en una escuelita de natación, para seguir a
sus hermanos mayores, en Pergamino. Convive desde nacimiento con la debilidad de sus piernas, nunca fueron un obstáculo para concretar sus sueños, la falta de interés sí. “Me da bronca escuchar que se gastan 600 millones de pesos en el fútbol. Ya no sé si llamar al fútbol deporte, es una empresa para mí; definitivamente los discapacitados no damos lo que pretenden”, asegura Guillermo.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Música ambulante

9.15 hs. Merlo.

Dos hombres se encaminan hacia la puerta del tren. Se abre. Dan unos pasos. Saludan cordialmente y uno de ellos, rodeado del más sepulcral de los silencios que puede dar un medio de transporte, grita:
-¡Aaaadentroo!
Las guitarras, que habían pasado desapercibidas entre la multitud, suenan en su máximo volúmen y los acordes envuelven todo el vagón. Las voces de los cantores interrumpieron la monotonía de un viaje gris e incómodo y la gente gira la cabeza para mirar la novedad. Los dormidos dan pequeños quejidos, la música interrumpe el sueño dorado en el que sus asientos son de plumas y las ventanas, a pesar del incómodo chiflete que sopla desde afuera, son las almohadas más cómodas que un perezoso podría desear.
Dos canciones, tal vez tres, iluminan momentáneamente el vagón. Los músicos se dirigen hacia el siguiente entre bromas a los pasajeros: “El que no aplaude tiene piojos”, lanza uno, el que ríe detrás de un tupido bigote color ceniza. Un aplauso tímido pero consistente surge en el público.
*
Horas antes en Ciudad Evita.

El agua para el mate espera mansa en la pava a que el calor de la hornalla la saque de su quietud. Un hombre de contextura mediana pero robusta camina de lado a lado, se prepara para salir mientras el resto de la familia duerme.
El punto de ebullición no llegó, el mate es el segundo arte de Ricardo, que no olvida sus años de gurí en Concordia, la ciudad entrerriana que lo vio nacer. Tampoco puede olvidar el día en que su padre le mostró una guitarra, el instrumento que años más tarde supo que le iba a posibilitar el sustento de cada día. Aprendió los clásicos folclóricos y algún que otro tango, tenía diez años y la música le parecía un lindo pasatiempo, su sueño en realidad era ser mecánico.
Toma un par de mates, se calza el estuche de la guitarra en el hombro, “tengo que comprar cuerdas”, piensa y se encamina a la parada de colectivo. Una encadenado de transportes y líneas lo separan del punto de encuentro con su compañero, la estación de trenes de Merlo, en donde se inicia el recorrido que los lleva cada día de la provincia a la ciudad de Buenos Aires incontable cantidad de veces.
“Las circunstancias de la vida me llevaron a este camino”, son las palabras que se le escapan del bigote. Ricardo, más conocido como Caio, toca la guitarra en la línea Sarmiento junto a El Bocha a cambio de aplausos y un par de monedas “para sobrevivir”, asegura.
Llegó a Buenos Aires en 1982 y al poco tiempo comenzó a trabajar en una estación de servicio. Pensó que había encontrado la estabilidad económica que tanto le faltaba en Entre Rios, hasta que a mediados de la década del '90 la estación tuvo que cerrar porque la autopista del oeste se iba a construir sobre su techo. Caio se quedó sin trabajo y desde ese momento toca su música en el tren, ya lleva 14 años de trayectoria.
La difícil situación económica barrió su posibilidad de volver a encontrar un trabajo estable. Caio estudió sólo hasta séptimo grado y, a pesar de que no es viejo, quizás la mezcla de tonos grises y canos de su pelo dan esa apariencia.
Mientras viaja tararea bajito, prepara la voz, nadie podría culparlo de falta de profesionalismo. Cantar a la mañana debe ser una de las cosas más difíciles para un artista y Caio toma las precauciones necesarias para no quedarse sin voz desde temprano. Conoce los gustos de su público y sabe cómo satisfacerlos: chacareras, zambas y polkas son las más recomendadas para tocar a la mañana. “Elegimos temas movidos. No hacemos milongas porque son muy largas y hay que descansar la garganta”, afirma con un aire de sabiduría. Hasta se anima a decir que el “Chaqueño” Palavecino, un o de los folcloristas con mayor reconocimiento de los últimos años, no le gusta: “Canta muy fuerte”, declara, “es otro estilo”; definitivamente uno con el que no se siente identificado.
*
9.10 hs. Merlo

-Caio, llegaste tarde, ¿te quedaste pegado a la almohada?- pregunta El Bocha a su compañero.
-¡No, no me quedé dormido! Fui a comprar cuerdas
-Bueno, esta vez te perdono -dice con una sonrisa en forma de broma- ¿nos subimos al próximo?, viene un freezer...

A El Bocha le encanta ponerle nuevos nombres a las cosas, quizás porque el suyo, con los años, también sufrió una metamorfosis. Los vagones con aire acondicionado de la línea Sarmiento son para él un freezer gigante en el que se interna, junto a su compañero, a tocar la guitarra y a perder la timidez para mantener a su familia. “El primer día que vine a cantar tenía una vergüenza bárbara, me quería tirar del tren. Justo había una vecina en el vagón”, recuerda.
Al igual que Caio, no tiene un trabajo estable. Las monedas que le dan a voluntad en los trenes y las esporádicas changas de albañilería lo ayudan a llegar a fin de mes.
El Bocha es El Bocha por el ex jugador de fútbol Ricardo Bochini. Los dos comparten apodos y un parecido físico increíble. “A mi todavía no se me cayeron las chapas, falta eso nomás”, afirma el músico, con una mueca que expande los surcos de su cara En la cancha no se agotan las semejanzas, ambos son talentosos mediocampistas, e Independiente es el club que alimenta sus pasiones.
Con “los parchís” (así llama a su guitarra y a la de Caio) toca todas las mañanas desde hace cinco años. Conserva un brillo adolescente en su mirada y en su manera de atraer al público tan ambulante como él. “¡Haga que le gustó!”, suelta al final de una canción y pide, aunque sea, que los aplausos lo acompañen.

*
En la mañana invernal el sol comienza a calentar los fríos vagones por la falta de algunas ventanas. El Bocha y Caio hacen un viaje sin un destino fijo, son juglares del siglo XXI, los guía la oportunidad de encontrar más público en el próximo tren. Deambulan con una mochila de canciones que aprendieron de oído, transmiten la cultura de un país diferente para los típicos porteños: el Interior.
Alejados de la presión de tener que llegar a un punto u hora determinado pueden disfrutar de la extraña belleza de un paisaje sin maravillas naturales y un transporte que, a pesar de los años de abandono, no deja de demostrar su fidelidad y eficacia para millones de personas que viajan día a día desde la provincia de Buenos Aires hasta la capital.
No saben a qué dirección, ya sea hacia Once o Moreno, viajarán cada día, sólo tienen el conocimiento que les proveyó estar tantos años en la calle. Las marcas de las cuerdas en las puntas de los dedos se hacen más hondas y El Bocha se que pega las uñas con la gotita para seguir tocando. La guitarra es el instrumento que le permite sobrevivir, sin embargo, no tiene piedad con sus manos.
-¿Qué le pasa señora?- pregunta El Bocha a una anciana que levanta los brazos en el aire. Se acerca a ella para escucharla.
-Los felicito- le contesta en voz bajita.
Una ola de felicidad recorrió a El Bocha que respondió con una sonrisa y un amable “muchas gracias”.

lunes, 20 de julio de 2009

La casualidad: una creadora de amistades

Sandra y Alejandra no se conocían a pesar de que tenían amigos en común. Un apagón y un vecino umbanda hacen que surja lo menos esperado: un delirio místico repentino y una amistad que ya lleva 17 años.

"Uy, se cortó la luz...", dijo -con una voz temblorosa- Alejandra, un viernes a la noche de 1991. Tenía 17 años recién cumplidos, ya no le temía a la oscuridad (o eso creía). Durante la noche se había cortado varias veces la luz pero siempre cuando el novio de su prima, Maxi, tocaba la guitarra, y volvía cuando la dejaba de tocar. Indudablemente, era algún problema eléctrico, pero daba la casualidad de que ocurria justo en esos momentos. Horas antes, Alejandra había hablado con un vecino que, según se rumoreaba por el barrio, hacía ritos umbandas y hasta magia negra. Nunca le había prestado mucha atención pero cuando se cortó la luz no pudo evitar lo que le había dicho esa tarde: "La guitarra es el instrumento del diablo, si la tocan a las doce de la noche van a pasar cosas raras". Seguramente fue un recurso del vecino para que dejen de tocal la guitarra por las noches y finalmente poder dormir, pero a Alejandra la invadió el terror: era la medianoche, se había cortado la luz mientras Maxi tocaba la guitarra y en plena oscuridad alguien había llamado a la puerta de entrada. "Me sentía como dentro de una película de terror", dice hoy Alejandra.

El toc toc toc que escuchó en la puerta fue demasiado para ella y comenzó a sollozar en un rincón de la habitación. "Estaba muy mal, no lo podía creer, ya pensaba que el vecino me había hecho una brujería o que el diablo me iba a ir a buscar", dice Alejandra varios años más tarde. Luego de unos minutos, entre la oscuridad distinguió a una chica que había entrado en la casa (no parecía ser el demonio, eso la alivió un poco), estaba ahí sólo para preguntar si tenían luz -había un apagón general en la zona- se llamaba Sandra y era amiga de Maxi, por lo que sabía que estaba reunido en esa casa, ensayando con su banda.

A pesar de tener gente conocida en común, Alejandra y Sandra nunca se habían visto. La primera imagen que tuvo Sandra fue de una chica, en la oscuridad, aterrorizada que le hablaba del demonio y lo que le había dicho el vecino. Entonces, trató de calmarla contándole lo que sabía de ángeles hasta que Alejandra, totalmente sobrepasada, la interrumpió y dijo: "¡No me hablés más porque me da miedo que se me aparezca un ángel!". Sandra no pudo contener la risa. "Sentía que la embarraba cada vez más, ya no sabía que decirle para que se calmara", dice Sandra. "Ahora que pienso la situación creo que no pude ser más tonta al creerle a ese vecino. Esta debe ser una de las cosas más vergonzosas de mi adolescencia pero me hizo a una amiga y por eso la recuerdo con mucho cariño", dice Alejandra, ya con 34 años y embarazada de dos meses.

No hace falta explicar mucho para que esta forma de conocerse resulte muy extraña, pero cabe aclarar que a Alejandra se le pasaron los delirios místicos y que ésta fue una de las tantas historias que vivió con Sandra, que hasta ahora, luego de 17 años de amistad, les siguen sacando sonrisas. A partir de ese apagón, a mediados de enero del '91, se comenzaron a vver todos los días, se hicieron amigas y compartieron vacaciones varios años en Villa Gesell. Incluso Alejandra le presentó a Sandra un amigo, que, años más tarde, se convirtió en su marido y con quien ahora tiene un bebé de tres meses. "Nunca pensé que por un apagón y un vecino umbanda iba a conseguir a una amiga, y ¡mucho menos un marido!", afirmó Sandra entre risas cómplices con su amiga.

Una amistad como cualquier otra

Sandra es profesora de inglés, da clases en su escuelita de Ituzaingó. Hace tres meses que es mamá de un nene que la reclama cada minuto, le hace caritas y la hace sonreír, tanto como cuando se acuerda de su adolescencia y de la cantidad de cosas que vivió con Alejandra. "La conocí de pura casualidad y fue quien me presentó a mi marido, tal vez si no la conocía mi vida hubiese sido muy diferente a lo que es ahora", dijo Sandra, mientras sonaba de música de fondo un clásico de los ochentas.

Su amistad es como cualquier otra. no está marcada por hechos espectaculares pero sí por la alegría y las ganas de vivir cosas nuevas. "Mi amistad con Ale es una de las mejores cosas que me pasaron", afirma Sandra, "gracias a ella digo que la adolescencia es una de las etapas más lindas de la vida".

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¡Felíz día del amigo!

Ésta es una nota relativamente vieja, la hice a fines del año pasado pero me parece muy lejana y volverla a leer me hizo ver cómo cambié mi manera de escribir. Sandra es mi profesora de inglés, una de las tantas influencias que tuvo mi sentido del humor y, principalmente, es una amiga.
La nota está dedicada a todos mis amigos, que ya saben lo mucho que los quiero, y a todos los que se unirán a ellos.
F.

martes, 30 de junio de 2009

Pandemia y testimoniales, rara combinación

El viento hacía remolinos de polvo en el patio del Instituto Nuestra Señora de Lourdes, en Ituzaingó. Los afiches coloridos, hechos por los chicos de la primaria, decoraban la entrada con información sobre la gripe A: “La primera pandemia del siglo XXI”, era el título de una de las cartulinas que flameaba suavemente por la corriente de aire que provenía de afuera.

El escenario estaba casi completo. Los personajes típicos de una elección tenían su lugar: los distraídos que buscaban su tradicional mesa de votación sin saber que los padrones sufrieron modificaciones; gente de seguridad que ayudaba a señoras coquetas, las más acérrimas enemigas del uso de anteojos, a buscarse en las listas de la entrada del establecimiento, y la charla tranquila entre fiscales, mediada por una taza de café. Sin embargo, era temprano en la mañana y el intendente, que tenía que ir a votar a la escuela, Alberto Descalzo, no había llegado.

Las elecciones en los colegios de Ituzaingó se desarrollaron con mucha tranquilidad salvo por el retraso del correo en la entrega de urnas. Algunas escuelas abrieron sus puertas a las 8.30, en medio de la queja de los votantes mañaneros.

Paradójicamente los protagonistas del acto electoral fueron los barbijos y el alcohol en gel: “Hay que prevenir, se viene una difícil”, decía una señora. Las autoridades de mesa eran sólo reconocidas por sus reglas y el tono imperativo de: “Quién sigue…”. Los barbijos tapaban sus caras y las “voligomas” se repetían en cada mesa. “Desde el gobierno nos mandaron expresas directivas de cómo prevenir, tratamos en lo posible de poder cumplirlas. Todos los elementos los proveyó el Ministerio del Interior”, afirmó José, uno de los responsables de la organización.

Entre los votantes, el uso de barbijos también fue muy extendido aunque algunos usaban sus bufandas como escudo al virus, y otros simplemente no llevaron nada. Para la indignación de un soldado, que señalaba las mesas de votación, hubo algunos padres que llevaron a sus hijos pequeños, que todavía no salían de sus cochecitos, sin ninguna protección. “Están todos locos”, murmuraba mientras giraba frenéticamente la cabeza. La incredulidad le brotaba por los ojos, aunque tampoco se le veía el resto de la cara, tenía barbijo: “Yo me lo compré”, aseguraba.

Cerca del mediodía apareció el intendente Descalzo junto al Presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Horacio González. Ambos eran candidatos testimoniales en la lista de concejales del municipio de Ituzaingó. “Estamos muy optimistas”, afirmó Descalzo mientras caminaba hacia su mesa de votación. El hombre que hace 14 años se desempeña como intendente y es considerado uno de los “barones del conurbano”, dejó de lado las tensiones en la campaña electoral a nivel provincial y subrayó: “Ya está, ahora hay que esperar el voto de la gente”.

Los resultados fueron a su favor: el 30,82 por ciento de los votantes de Ituzaingó eligió a Alberto Descalzo a pesar de que su puesto en el Concejo Deliberante lo ocupará el tercer candidato en la lista: su esposa, Marta Pérez. El candidato Néstor Kirchner no tuvo la misma suerte, la Unión- Pro fue la ganadora en la ciudad bonaerense. Las estrategias políticas no funcionaron como se esperaba pero de eso no tiene culpa el chancho.

viernes, 19 de junio de 2009

Los secretos no develados de vendedoras de pelucas


Se pueden encontrar secretos en los lugares menos pensados. El recelo por mantenerlos guardados se transforma en una cuestión casi de Estado, pero menos razonable. Olga vende pelucas en un local de la calle Lavalle y contonea la cabeza con una sonrisa con destellos de burla que murmuran un "no te lo voy a decir". Es muy difícil de soportar una frase así. Las preguntas gritan un "¡Contameló!" pero la respuesta se mantiene indemne.

El mundo, que se asemeja más a un universo, de las pelucas esconde sensibilidades y secretos. Olga hace 20 años que está en el negocio, es dueña, y sabe más de lo que cuenta. Su mirada deja entrever que conoce bien el oficio. Ella y Gabriela, la chica que la acompaña desde hace sólo un año, tienen los difíciles roles de ser vendedoras y a su vez amigas que prestan por unos minutos sus hombros cuando aparece la desesperación. "Yo antes venía a probarme las pelucas y a divertirme pero me di cuenta de que es mucho más que eso", comenta Gabriela.

Es conocida la importancia del pelo para una mujer: "Es el marco de la cara", afirman. "Nosotras atendemos, en su mayoría, a mujeres que están siendo tratadas con quimioterapia y es muy difícil", asegura Olga con una mirada que parece estar recorriendo las miles de veces que tuvo que darle ánimos a cada una de esas mujeres.

"La clave es la paciencia", explica Gabriela que, a pesar de ser nueva en el oficio, fue testigo de momentos que marcaron su mirada y la manera de verse a sí misma. Muchas veces tuvieron que rapar las cabezas de sus clientas, entre llantos, palabras de apoyo y risas.

"Cuando viene alguien pidiendo pelucas de cotillón no tienen idea en dónde se metieron, acá lo más barato puede salir mil pesos y cuando se lo digo, salen corriendo", reconoce Olga.

Una peluca es una inversión. Hubo momentos en que era un placer, una moda. Hoy en día es una manera que encuentran muchas mujeres para reencontrar su femineidad, para verse "naturales", revela Olga, pero no deja de atesorar el secreto que la lleva a contestar con el tono propio de las personas que dicen: "Yo sé, pero no te lo voy a contar".

miércoles, 17 de junio de 2009

Otra vez muero

Otra vez siento que estoy mendigándole a un tomógrafo, como si éste tuviera injerencia para cambiar el resultado de lo que ve.
Por Fernando Peña
06.09.2009

Y otra vez el tomógrafo dándome instrucciones: “Respire”, “no respire”, “tome aire profundamente”, “respire”… para dentro de unas horas sentenciarme de vida o de muerte. Es realmente maravilloso estar acostado boca arriba mirando ese “bicho” enorme, ese aro que gira sin parar, esa turbinita indignante que chilla estridentemente, y luego las instrucciones para que uno respire o no respire. Y respiro y no respiro. Y aguanto la respiración, y respiro y no respiro y aguanto… y respiro otra vez. Es tan cómodo, una vez que uno se relaj
a, saber que no se puede hacer nada. Estoy con la aguja en la vena, me están pasando un líquido de contraste que me arde, que me quema, que me da náuseas, obedezco instrucciones, la camilla se mueve hacia adelante y hacia atrás, los ruidos son agresivos, los movimientos abruptos… mi cuerpo está en “boxes”. Es tan denigrante, tan humillante, que si obedeciera a mis instintos me arrancaría la aguja y saldría corriendo del lugar. Pero le voy a dar una chance más a la medicina y una menos a mí, que me prometí no someterme más a agresiones físicas y morales. Y digo una menos a mí porque no siento tanto respeto por mí al estar acostado preso de un tomógrafo operado por una señorita con cara de estar haciendo lo que tiene que hacer. Siento que estoy mendigándole a la vida o, lo que es peor, a un tomógrafo, como si el tomógrafo tuviera injerencia o pudiera tener piedad como para cambiar el resultado de lo que ve. Como si pudiera ponerme una buena nota o hacer la vista gorda al posible tumor o linfoma que podría llegar a tener.

La sensación es espantosa, siento muy poco respeto por mi ser. Merezco morir como una rata rabiosa al salir del Instituto Alexander Fleming; me había prometido nunca más hacerme nada. Pasé un año entero regalando mi cuerpo a sesiones de quimioterapia. Sesiones que duraban cuatro días, sesiones que me dejaban acalambrado, dolorido, desganado, nauseabundo, pelado, blanco, verdoso, gordo, inflamado, morado. Mi aspecto era el de un sapo a p
unto de reventar. Pasé meses dificilísimos, porque además la certeza de que el tratamiento funcione no se la dan a uno de la noche a la mañana, sino que hay que dejar pasar por lo menos tres o cuatro sesiones hasta que un día entra el médico a la habitación y con una sonrisita de esperanza que es como la lucecita que dan las velitas que ponen flotando sobre el agua ahora en los restaurantes te dice tímidamente: “Bueno, afortunadamente el tumor es sensible a las drogas y está comportándose como esperábamos”. Recién ahí empecé a sentir que valía realmente la pena la agresión de meterme veneno por las venas todos los meses durante cuatro días seguidos. Y tampoco así fue fácil.

La quimioterapia es veneno, y no es una metáfora, es veneno de verdad. Mata todo lo que toca, arrasa con todo sin distinción, destruye lo que sirve y lo que no sirve. Te come los huesos, los tejidos, te morfa entero. Te devora sin consideraciones ni contemplaciones. Recuerdo que uno de los medicamentos que me inyectaban tenía que estar envuelto en papel metálic
o tipo rollito Ben, el que usaba mi madre para cocinar cuando era chico, porque no podía estar expuesto a la luz del día. Recuerdo que cuando salía del Fleming, al cuarto día, vomitaba los veintiséis días restantes hasta tener que internarme nuevamente por otros cuatro días. Y así sucesivamente durante ocho meses seguidos. Envenenarme, salir, vomitar, acalambrarme, retorcerme, seguir mi vida como podía, internarme, envenenarme, salir, internarme, envenenarme, salir, vomitar… y todo esto sin parar. Ocho meses sin parar. Si paraba, me moría.

Todo el proceso fue muy difícil. Recuerdo infinitas charlas con Pinky, una maestra en cáncer; Pinky debería dar clases en los hospitales. Gracias, Pinky querida.

El tratamiento también te pudre psicológicamente. La gente me miraba el doble de lo que me mira ahora, me miraba no solamente por famoso sino porque es raro ver a un tipo sin pelo, sin cejas y verdeamarillo. El color del cáncer no es el negro, es el verdeamarillo, ese verdeamarillo premuerte, como el que tiene la papa. Verdeamarillo premuerte parece un nombre ridículo de esos que traen las cartillas de pinturas. La gente tampoco sabe cómo abordar el tema, algunas personas ni lo mencionan, otras se le atreven con torpeza, y otras te dan fuerzas y consejos que escucharon al pasar. También me llegaban a la radio recetas de sopas. Nunca olvidaré la receta de una señora que me recomendaba tomar una sopa de pescuezo de gallina con porotos, no sé cuántas cabezas de ajo, ají picante, jengibre, cartílago de no sé qué animal y otras miles de verduras mágicas. Una vez caminando por la calle Gascón rumbo a la Fundación Huésped otra señora que barría la vereda me invitó a su casa a desayunar. Los oyentes me mandaban datos de chamanes, de videntes, de curanderos. Me recomendaban clínicas en los Estados Unidos; creo que nunca en mi vida escuché tanto las palabras “Clínica Mayo”. Me llegaban cartas con miniaturas de crucifijos, imágenes de santos y de vírgenes, cintas de colores, medallitas e infinidad de fetiches. Gracias a todos. Gracias de verdad. Ya pasó.

Todo eso ya pasó… Louise Hay pide que tengamos mucho cuidado al elegir las palabras que usamos para hablar de las enfermedades y cómo las encaramos. Yo tuve un linfoma no Hodgkin en el riñón izquierdo y pude destruirlo, vencerlo, derrotarlo, hacerme amigo, o curarme, como corno quiera Louise que le diga. Pasaron casi seis años y otra vez una manchita, algo que a mi oncólogo no le gusta, otra vez el miedo, no tanto a la muerte sino al dolor, a no poder vivir como quiero, a no estar del todo sano. Otra vez el desafío de juntar fuerzas, otra vez apoyarme en mis amigos, otra vez recurrir al método de contarlo para exorcizarlo. Otra vez concentrarme para que la cabeza me responda y no me juegue una mala pasada.

¿Otra vez?, ¿otra vez todo eso? Sí, otra vez. Otra vez porque me quedan cosas por hacer, otra vez porque soy un cagón, otra vez porque soy valiente también, otra vez porque soy gallego, otra vez porque tengo OSDE 450, otra vez porque me quiero, otra vez porque me odio, otra vez porque me mentí, otra vez me faltaré el respeto, otra vez lo haré, otra vez porq
ue amo la vida, otra vez porque me encanta coquetear con la muerte, otra vez por Pinky, otra vez por el doctor Chacón, otra vez por mis oyentes, otra vez por los que no pueden acceder a estos tratamientos, otra vez por María, por mi novio, por mis amigos, por este trabajo de escribir, por el teatro, por Charly, por Maradona, por ver a Lanata en el Maipo, por el gordo Bergara Leumann, por mi perra Mono, por volver a almorzar con Mirtha, otra vez para escucharlo a Lalo, a Hanglin, a Víctor Hugo, a Dolina y a la Negra. Otra vez para volver a Broadway a ver teatro ahora que me dieron la visa para entrar a los Estados Unidos… Otra vez… Otra vez por todo eso y mucho más, y otra vez por muchísimo menos también, muchísimo menos, como por ejemplo comer un cuernito de grasa o tomar un whiskicito. Otra vez parece que me muero, otra vez trataré de no morirme, sí, otra vez, otra vez porque no hay más remedio, otra vez, otra vez… por mí…


La nota más triste que leí en mi vida

Fernando Peña fue mi primer nota de perfil, fue la primer persona a la que se me ocurrió hacerle una entrevista, la cual me rechazó con mucha amabilidad por mensajes de texto pero me quebró los nervios. La entrevista a Hugo Arana en primera instancia era sobre Fernando.
Fue la persona que me hizo buscar "penetración" en el diccionario cuando tenía 8 años y miraba a Rial (Dios, que mezcla tan rara: una nena, Peña y Rial).
Fue la razón por la que comencé a escuchar la Metro.
En fin, mínimos recuerdos me vuelven a la cabeza....

Te Amo, Peña


El que mejor sacó a bailar a la muerte

sábado, 13 de junio de 2009

El dia en que De Narvaez paro de reirse



Me parece increíble la cara de De Narvaez cuando se siente incómodo. Parece que el lado oscuro de la fuerza se apropia de él y no se asoma una sonrisa (que con Gran Cuñado ya parece tan típica), ni por casualidad.
Horkheimer y Adorno me tienen muy ocupada, ojala lo hubiese visto en vivo pero TVR y You Tube hacen lo suyo muy bien.

lunes, 8 de junio de 2009

Entrevista a Hugo Arana


Hugo Arana, un exitoso

“La actuación es como la vida misma”

Con más de 30 años de carrera no deja de cosechar alegrías en su profesión. Se destaca como el malo principal de “Los Exitosos Pells” y como un perverso director teatral de vanguardia, que solo él podría hacer adorable, en Baraka.

Si bien es un hombre más que reconocido por sus colegas y el público, Hugo Arana se destaca por su carisma y sencillez. Saluda a las señoras que esperan en la puerta del teatro Metropolitan para verlo en Baraka, la obra que protagoniza junto a Darío Grandinetti, Juan Leyrado y Jorge Marrale, y camina tranquilo rumbo su camarín en donde lo espera una charla sobre fútbol con sus compañeros y una pava de agua caliente para el mate. El actor no tiene feriados ni días libres, trabaja de lunes a lunes y pasa de la grabación de Los Exitosos Pells al teatro con muy pocas horas de diferencia. Sin embargo, se hace tiempo para ayudar a recaudar fondos en una colecta para el Hospital Gutiérrez. “Era por los chicos, no podía no ir”.

-¿Está feliz a pesar de que prácticamente no tiene tiempo para usted?

Sí, estoy bien, contento, porque son dos materiales que me divierten. Si alguno de los dos fuera malo no estaría muy contento y me preguntaría por qué lo estoy haciendo, pero no pasa. No es lo ideal trabajar de lunes a lunes y no tener tiempo de nada pero lo bueno es que nadie me obliga, lo elijo.

-¿Qué balance tiene de Baraka a casi un año del estreno?


El mejor, es un espectáculo que pasó todas las pruebas. El público tiene todos los días la misma ceremonia, de pie, aplaudiendo. Vinieron todos los colegas y nos han dicho: “Muchachos es una maravilla”, también nuestros profesores que nos han formado hace 40 años. Hace dos meses, recuerdo, en un apagón escuchábamos a alguien gritar: “¡Bravo! ¡Bravo!”, y cuando salimos a saludar vimos que era Federico Luppi. Fue muy emocionante. Hay que subrayar el trabajo del director, Javier Daulte, un tipo brillante.

-¿Trabajar con amigos es lo que hace aún más especial la obra?


Sí, porque trabajamos muy cómodos en la confianza y en la relación para con el trabajo. Siempre ver cómo me relaciono con los demás es una tarea porque uno trabaja con el sentimiento, con las emociones, en el escenario y entre nosotros nos podemos decir las cosas directamente.

-¿Cómo es su relación con sus compañeros de televisión?


Con los Pells lo mejor, nos divertimos como locos. Hay un humor maravilloso. Nunca ha habido un sí o un no con nadie. Como el material es bueno moviliza a que siempre haya el mejor humor. Es una comedia que me encanta.

Su relación con la gente

-¿Lo siguen parando por la calle preguntando por “su hijo” Facundo Arana?

Ya no tanto, pero está claro que mucha gente, aunque no toda, quiere que en el mundo del actor las cosas sean como ellos necesitan que sean. Una mujer se me ofendió porque le dije que no era hijo mío y me dejó de hablar, seguro pensando: “Ese Hugo Arana es un cretino que no reconoce a su hijo”.

-¿Qué otros planteos absurdos le hicieron?


Una vez me pararon y me dijeron: “Usted no puede hacer de malo”, y yo le pregunté si lo hacía muy mal, me dijo que no, pero igual que no podía hacer de malo. Hay mucha gente que quiere que seas simpático y alegre las 24 horas del día, y no entra en razones.

-¿Por eso está eligiendo personajes de malos?


No, yo no trabajo para la gente, trabajo con la gente. Yo trabajo para mí, para tratar de satisfacerme y atender a mi crítico. Sería un acto de omnipotencia creer que tengo que satisfacer a millones de personas.

Un actor de alma

-¿Qué es lo que se propone siendo actor?

Ser actor es como cualquier profesión, como un carpintero, un cirujano plástico o un abogado. Es un oficio que hay que aprenderlo. Yo quiero mejorar ese oficio, por eso necesito de mi sentido crítico de selección para saber si está bien o esta mal una escena que hice. No estoy al alcance de lo que el espectador quiere. ¿Quién soy yo para saber si lo voy a satisfacer? Por eso tengo que acertar conmigo, cada vez que lo logre a alguien le puede servir y es bienvenido, porque me quiero expresar. Si no le viene bien, lo lamento.

-¿Está satisfecho con lo que hace?


Nunca, nada está cristalizado, cada días es distinto y en televisión aún más. En teatro si lo que haces es lo mismo que ayer está mal, es una copia. Por eso digo que la actuación es como la vida misma.


Tras bastidores


Dicen que un camarín es el hábitat natural de un actor. El de Hugo Arana refleja la simpleza y el amor por la vida de su dueño. Una foto que muestra el momento exacto en el que con brazos abiertos se acerca al reconocido tenor italiano Luciano Pavarotti, un momento casi histórico como el abrazo entre San Martín y Belgrano en la posta de Yatasto. El vestuario colgado del perchero, un boxer prolijamente doblado sobre un asiento y un mate con detalles arabescos en plata son los elementos que resaltan.
El “ecosistema” contiguo era el de Darío Grandinetti, allí reinaba la conversación futbolera con Juan Leyrado mientras Hugo Arana contaba cómo había hecho rodar por las escaleras de un edificio de Madrid a unos ladrones que intentaron abrir la puerta de su departamento. Sin duda los asustó muchísimo con su grito: “¡Raúl pegale un tiro!”. Su histrionismo y carisma, característico de un actor, hicieron que no se dieran cuenta de que Raúl no era más que un compañero invisible. Una sonrisa tranquila se asoma en cada una de sus palabras y con un movimiento amable invita a una mateada.

jueves, 4 de junio de 2009

Sueño de una corista de Luismi que llegó tarde para el hit

Hay momentos mínimos que hacen la diferencia y pueden convertir un día sin muchas emociones en uno que la termina genial, como debería ser. La música en un lugar inesperado, en un colectivo o en un tren mientras vuelvo a casa, es lo que más me motiva a sonreír. Luis Miguel a todo lo que da un stereo es lo que provoca mis risas interiores más poderosas. Las ganas de ser una corista de Luismi era el deseo menos escondido que tenía mientras viajaba en el 395, hace menos de un mes.

El colectivero: un hombre de mediana edad, con mucho gel en el pelo y absolutamente ninguna vergüenza de escuchar al cantante latino más "noventoso" de la historia.
Yo: una chica que no paraba de mover los hombros de un lado al otro, como si estuviera remando una canoa, y que cada tanto se le escapaba de los labios unos versos de "Culpable o no".

El colectivo se adecuaba a la personalidad de su amo a la perfección: luces violetas rodeando el parabrisas, espejos con detalles tallados y una bola de boliche bamboleante.

Sólo compartí con él dos canciones. Moría por explotar cantando el famoso estribillo "Suave, como me mata tu mirada, suave, es el perfume de tu piel". Pero lo que es la represión interna. Sé que todos en ese colectivo pensaban lo mismo.

lunes, 11 de mayo de 2009

Una historia que mezcla el drama y el thriller psicológico

“12” una remake que supera las expectativas


La versión del ruso Nikita Mikhalkov de la película “12 hombres en pugna” logra esquivar las malas críticas y aporta una nueva mirada a la conocida trama sobre un joven señalado como asesino de su propio padre, y 12 jurados dispuestos a decidir sobre su futuro: entre la cárcel perpetua y la libertad.

12 hombres decidiendo el futuro de un joven acusado de matar a su padre adoptivo. 12 prejuicios y una duda: ¿Y si es inocente?. Esa es la historia que planteó por primera vez Sidney Lumet en 1957 con “12 hombres en pugna”, una película considerada una de las grandes obras del cine.
El reconocido director ruso Nikita Mikhalkov se propuso una misión ambiciosa al hacer la remake, y no lo hizo mal ya que “12” logró sortear el obstáculo de no ser la versión original, las comparaciones inevitables y las críticas lapidarias. Como muestra de su aprobación, en el año 2007, fue nominada al Oscar como mejor película extranjera y, ese mismo año, ganó el León de Oro Especial en el Festival de Venecia por mejor película y mejor actor.
Lo que hace interesante la propuesta de Mikhalkov es que no intentó hacer una copia de la original sino que le aportó su toque distintivo y una nueva mirada, para no dejar de sorprenderse con la historia que mezcla el drama judicial con el thriller psicológico. Además, la realidad rusa se inmiscuye en cada uno de los diálogos, exponiendo los miedos de toda una sociedad.
El joven acusado de homicidio no era cualquiera, era checheno, por lo que los prejuicios y la discriminación por parte de los jurados (rusos) -que estaban dispuestos a condenarlo sin analizar las pruebas en su contra- era lo que prevalecía. Dos guerras durante la década del ‘90 y siglos de rivalidades entre el pueblo checheno y el ruso respaldaban sus acciones.
“12” invita al espectador a la reflexión desde un costado oscuro pero atractivo. Las dos horas y media de duración no la hacen menos recomendable para el público acostumbrado al cine hollywoodense.


viernes, 8 de mayo de 2009

Antenas de celulares: la amenaza latente

La nueva modalidad es "mimetizarlas" con el ambiente

Antenas de celulares: la amenaza latente

En distintas partes de la ciudad de Buenos Aires y del mundo crece la preocupación por las radiaciones que producen las antenas. Desde la Organización Mundial de la Salud piden regulaciones de los países para que no se instalen cerca de escuelas y las empresas aseguran que son inofensivas.



Una máxima afirma: “Si se desmantelaran todas las antenas de celulares clandestinas prácticamente todos los usuarios se quedarían incomunicados”. Viviana, una arquitecta y vecina de San Antonio de Padua, no se atreve a desmentirlo. Hace casi tres años Nextel construyó una antena -que ni siquiera estaba habilitada por el municipio- frente a su hogar y, aunque parezca mentira, estaba camuflada de palmera. Luego de numerosas movilizaciones, los vecinos lograron desmantelarla completamente. Hace un mes que sólo queda una huella en la tierra en el lugar en donde se instaló.
Aparentemente el camuflaje es una de las medidas que toman las empresas de telefonía celular para que pasen más desapercibidas. Hay de todas formas y colores: chimeneas, pinos, piedras, cruces, cactus y muchos más. Según un relevamiento, en Estados Unidos se construyeron entre 20 mil a 50 mil disfraces. Las empresas aseguran que es para disminuir el impacto ambiental, pero muchos se preguntan si no es para ocultar la posible peligrosidad de las radiaciones no ionizantes que producen las antenas.

Celulares: entre el fetiche y la contaminación

Si existe algún elemento fetiche de la modernidad, ese es el celular. Es muy frecuente escuchar decir a alguien, casi perplejo, que no puede creer cómo hace tan pocos años atrás vivía sin uno de esos aparatitos que sacan fotos, reproducen música, videos, se conectan a internet y organizan la vida de sus dueños olvidadizos.
La Argentina es prueba de este fenómeno: entre 2001- 2002, pese a la grave crisis económica, invadieron de manera tal que, hoy en día, cuatro de cinco argentinos tienen celular. En 2005 se llegaron a vender un millón de líneas nuevas por mes y, ese mismo año, ya superaban las 18 millones de líneas en todo el país.
Sin embargo, no todo significa avances comunicacionales y mejores tecnologías, la preocupación que reina en voz baja, pero que se hace escuchar, es la de cada vez más vecinos que de un día para otro pueden encontrar en la terraza de su edificio, o a metros de sus casas, una antena gigantesca que emite radiaciones que, según algunos expertos, podrían causar desde dificultades en el sueño hasta cáncer.
La Organización Mundial de la Salud se sugiere a los países una regulación para disminuir la contaminación electromagnética que generan, y mucha atención en los lugares en donde son instaladas. No pueden estar cerca de escuelas, geriátricos o en predios muy cercanos a casas ya que este tipo de contaminación, imperceptible a simple vista, afecta en mayor grado a los niños y ancianos debido a que por sus contexturas físicas absorben cien veces más energía.
Jorge Cohen, prensa de la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC), aseguró que desde el organismo “se han efectuado mediciones sobre 650 antenas de telefonía celular en todo el país y ninguna superó los niveles máximos permitidos por el Ministerio de Salud”. Siguiendo la misma postura, Federico Quintero, representante de Nextel, dijo: “está comprobada la inocuidad de las radiaciones no ionizantes, no tienen suficiente potencia para afectar la materia”.
Pese a todo, el temor y la preocupación de los vecinos no sería en vano ya que en un tema en el que las certezas no abundan lo único que se puede hacer es prevenir.

El día que plantaron la palmera de cemento


“Vinieron con un camión que transportaba una especie de caño, que iba a ser el tronco, al que le pusieron unas hojas de plástico para simular una palmera”, cuenta Roberto, un vecino legendario del barrio cercano al Ituzaingó Golf Club en San Antonio de Padua, sobre el día en que Nextel comenzó a construir una antena para aumentar la señal de sus usuarios.
Su tono trae reminiscencias de esa mañana de diciembre entre Navidad y Año Nuevo de 2007 en la que los vecinos se despertaron curiosos de esa nueva construcción. Pronto descubrieron de lo que se trataba y los posibles males para la salud. “Empezamos a hacer protestas en la puerta del golf porque habían alquilado el espacio por mucha plata y en la zona hay escuelas y geriátricos”, comenta mientras saluda con un gesto amable a otro vecino.
La “palmeantena” de Padua tenía todas las características de la clandestinidad. El municipio de Merlo fue el primero en clausurarla, luego del pedido de 1500 vecinos que firmaron una carta con ese reclamo. Viviana fue una de las vecinas que más impulsó la movilización de todo el barrio. La tendencia mundial a las “mimetizaciones” de las antenas, como calificó Federico Quintero -de la empresa Nextel- a la grosera construcción, había elegido instalarse a menos de 100 metros de la puerta de su casa. Luego de años de protestas, hace un mes la desmantelaron definitivamente. Sin embargo, denuncian otra antena ubicada en la terraza de los edificios más importantes de la zona.

viernes, 24 de abril de 2009

Estoy en algo muy zarpado

Estoy haciendo mi nota de producción para TEA sobre unas antenas de celulares que aparentemente son nocivas para la salud y no paro de sorprenderme. Aunque parezca mentira necesito decir: "La puta en lo que me metí.... ¡Pero está buenísimooo!"

Cuando haga la nota la publico, de una.
Dejo una parte de un documental (Malas Ondas) que tiene mucho que ver con lo que estoy haciendo...


martes, 21 de abril de 2009

La hora de la furia

18.35 en la estación de ferrocarril de Once. Las masas iracundas recién salidas de sus respectivos trabajos comenzaron a poblar las plataformas en donde los trenes iban a llegar. Lo más importante para los usuarios experimentados es la velocidad y la astucia para subirse a la montaña rusa de los pobres, como llaman algunos a esos trenes destartalados. Hombres, mujeres y niños, todos por igual, pelean por un asiento, circulan por los lugares prohibidos y planean nuevas técnicas para volver a sus hogares. Los maquinistas, por su parte, tratan de ser "justos" con los que esperaron según las normas de la buena conducta.
No existen ventanas, puertas ni tapujos morales a la hora de entrar a un tren de la línea Sarmiento. Por lo menos no en la hora de la furia. Una anciana y sus codos de punta de acero pueden hacer tanto daño como el hombre de tamaño de rugbier que empuja como si efectivamente estuviera haciendo un scrum y de él dependiera la copa de Los Pumas.
En uno de los tantos vagones con destino final a Moreno un hombre cualquiera le señala a su compañero con entusiasmo: "Uy, mirá esa chica"; y él que le contesta con una mirada que destila cierto interés. "Mirá, está con pollera", remata azorado, y su amigo asiente con un movimiento rítmico y una sonrisa. La chica tiene una pollera que ni siquiera deja ver sus rodillas pero a esa hora de la tarde cualquier exagerado podría afirmar que su vida corre peligro.
Mientras tanto, cientos de personas también peligran porque entre la desesperación bajan a las vías y suben a los trenes que todavía no detuvieron su marcha. "Encima le falta un vagón", dice un desconocido que asegura conocer cada milímetro del tren por una cuestión de herencia, su padre era conductor.
Apenas 14 minutos pasadas las 19, al ver llegar el tren rápido un anónimo decide cambiar su rol de "pasajero que viaja de pie", básicamente enojado, por el de "pasajero que viaja sentado" con sólo caminar unos pasos hacia la otra plataforma, sin empujones ni stress. La hora de la furia había terminado.

martes, 14 de abril de 2009

Encontré diversión en la maldad

Ahora no hay quien me saque de este divertido juego retórico, en donde mis palabras ensayan un directo y sigiloso esgrima que seduce, envuelve, y al poco tiempo rechaza, con cinismo, como si no ocurriera nada.
Me encuentro divertida y sonriente cuando eso sucede. Definitivamente encontré diversión en la maldad. Ya no hay nada que me haga volver atrás.


viernes, 10 de abril de 2009

Soy yo o Joaquín Morales Solá baja línea a lo loco?

Tal vez no son los los fragmentos más ejemplificadores pero al terminar de leer ésta nota (http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1117137) en La Nación me dio una sensación de que Joaquín Morales Solá tiró las puntas de los ganadores de las próximas elecciones. Debe ser una de las pocas personas en este país que se atreve a arrojar nombres porque con semejante panorama de completo desentendimiendo la gente no tiene idea a quien votar. Bueno, eso es lo que veo yo. Eso debe ser porque todavía no soy una analista política. Desde mi humilde lugar felicito a Joaquín...

Lea:

"Scioli era, hasta el conflicto con el campo, un presidenciable o un líder de larga duración en la provincia de Buenos Aires. Recibió consejos para que tomara un poco de distancia de Kirchner en medio de la batalla entre el Gobierno y los productores agropecuarios. Decidió, por el contrario, jugar al lado de Kirchner. Ultimamente leyó en los trazos confusos del futuro que Carlos Reutemann sería el futuro presidente si ganara cómodamente Santa Fe y si hubiere un próximo presidente peronista. Descifró también el crecimiento de un candidato, Francisco de Narváez, que se propone reemplazarlo en la poltrona de La Plata. "

*Carlos Reutemann? mi gran pregunta: alguien siquiera vislumbra la posibilidad de que De la Rúa 2 sea presidente? No le parece medio exagerado señor Scioli y J. M. Solá?


"El Gobierno comparó su caso con el de Gabriela Michetti en la Capital. Desde la perspectiva institucional, ambos casos son expresivos ?es cierto? de una costumbre contraria al cumplimiento de los mandatos constitucionales. Pero no es lo mismo desde el punto de vista de la responsabilidad del gobierno. Michetti no tiene responsabilidades ejecutivas directas, que en la Capital recaen en manos de Mauricio Macri. Scioli es, en cambio, el primer responsable de la definición y la ejecución de las políticas oficiales en Buenos Aires. Además, y aun cuando hubiera sido saludable que concluyera su mandato, Michetti se hará cargo de la banca que ganará en junio, al revés de Scioli. No son lo mismo."

*Michetti ya ganó. Gracias por la predicción.

Sólo quería compartir eso. La verdad ésta nota me hace pensar bastante. No hay directas, obvio, pero la sensación es que Solá se la sabe todas...

miércoles, 8 de abril de 2009

Encuentro inesperado en Madrid

Hora pico. La lluvia salpicaba en la ventana del bus con destino al barrio del Pilar, de Madrid. Estaba tan cansada, ese definitivamente no era mi día. Encima no tenía paraguas. El sol había brillado hasta la media tarde. Una nube puso sus manos, tapándolo sin problemas, y comenzó a llover torrencialmente, aunque yo no estaba para pensar en el clima.
Mis dedos resbalaban sobre la ventana empañada y dibujaban círculos que a veces eran rombos mal hechos por los giros bruscos del conductor. Seguramente otro taxista se había parado de golpe para subir a un nuevo pasajero. Las bocinas sonaban lejanas, la avenida estaba colmada de luces titilantes y un mocoso miraba mis dibujos sin sentido. Borre todo, quería saber cuanto faltaba. Hice una ventanita de submarino. Todavía faltaba para llegar a casa.
En mi ventanita se reflejaba su cara. Mi corazón empezó a palpitar como lo había hecho hace un par de años, cuando lo vi por primera vez. Recordé ese día, caminaba como siempre, preocupada por no llegar tarde a la facultad, me miró y no pude evitar darme vuelta. Me encontré con sus ojos y con el amor. Nunca pensé que podía ser tan simple el enamorarse de alguien y tan difícil mantener sano lo que todo el mundo llama corazón, aunque ya saben que es sólo un músculo que no entiende las complicaciones que trae.
Lo contemplé durante todo el trayecto pensando: “Seguro no se acuerda de mí, soy una tonta…”. Se bajó, ni siquiera registró mi presencia. Llegué a destino, como siempre, salí de la muchedumbre asfixiante con un movimiento tosco y continué mi camino hacia el hogar.

martes, 7 de abril de 2009

Mi barrio

No hay casas ostentosas ni grandes jardines. El barrio 17 de Agosto de Ituzaingó la mayoría de las veces suele pasar desapercibido e incluso muchos de los que viven en él ni siquiera saben su nombre. Por lo general caminar por el barrio resulta bastante gris, uno puede ver desde una iglesia católica casi abandonada, con paredes descascaradas, hasta una iglesia menonita -a sólo una cuadra- que impacta con su simpleza y pulcritud. Todavía son un misterio los vecinos que pertenecen a esa comunidad.
Cuenta la historia de los que tienen más antigüedad en el barrio que a principios del siglo XX la zona era bastante conocida. Al estar cerca de la ciudad, unos 30 kilómetros aproximadamente, y ser uno de los lugares más altos del oeste bonaerense, se trataban enfermos de tuberculosis y hasta se la había denominado como “La Cordobesita del Oeste”. Aunque esa es historia que todavía no se encuentra en los libros y parece ser más nostalgia por el pasado campestre que alguna vez supo tener.
En primavera, las golondrinas sobrevuelan las casas bajas, los altos pinos y eucaliptos se mueven mansamente con la brisa, y los vecinos sacan a pasear a sus perros para tener una excusa para caminar. Otros, en cambio, van a comprar a la carnicería (en un radio de cuatro cuadras hay cinco) para hacer el almuerzo. Todo sigue con la misma tranquilidad con la que empezó.

Esta nota fue escrita para TEA. No la copies. Gracias por leerla.

lunes, 6 de abril de 2009

El merchandising “trucho” y el negocio de los musicales infantiles

Cada fin de semana la puerta del teatro Gran Rex se convierte un hervidero de chicos y de puesteros que, con gran ingenio, venden desde vestiditos multicolores hasta fotos de los actores favoritos de las fanáticas. Cómo es el negocio y quiénes son los que más se benefician del furor del género musical.

“Estoy pensando seriamente hacer mascaritas y venderlas en la puerta del teatro en donde está El Fantasma de la Ópera”, bromea un padre mientras espera en la cola para ver Patito Feo junto a su sonriente nenita de 7 años. Su risa pícara no es producto sólo de que va a ver a sus personajes favoritos de la televisión sino que también está completamente equipada con su disfraz de Antonella, la chica mala de la tira, que mezcla la clásica telenovela con el musical. El conjunto de pollera, chaleco y sombrero: 60 pesos. Las entradas, como mínimo, 40 pesos. Pero ver a esa chiquita y tantas otras más sonrientes, no tiene precio. “Para ellas”, dirá algún que otro padre que, pese a todo, no puede negarse a los pedidos de sus hijas.
Verónica, una vendedora de merchandising “trucho” desde hace siete años en la esquina del teatro Gran Rex, no teme en develar uno de sus mejores artilugios a la hora de vender: “Una vez que le pongo la pollerita o el sombrero a la nena ya está, le encanta, y la madre no puede decir que no. Ya sabe que algo le tiene que comprar”. Ella no se queja: “En dos días puedo hacer lo que cualquier persona puede ganar en un mes“. Sin embargo, las ganancias no son parejas en todos los shows y la crisis económica se hace sentir, según dice, desde hace un año. Su máxima es: “Se vende más cuando el espectáculo es bueno y esperado”, por eso afirma que en los recitales es donde se recauda más. En la tarde del sábado su duda era entre Iron Maiden, en el estadio de Vélez, y Patito Feo, en el Gran Rex. Se decidió por la segunda opción porque ya había invertido en los vestiditos multicolores y en los sombreros de tipo “cowboy” para Marco Antonio Solís, que se presentaba a la noche en el Luna Park, su próximo lugar de trabajo en el día.
Lo cierto de los musicales infanto-juveniles es que son una mina de oro para las empresas televisivas, productores, actores y en esa larga cadena de beneficiados también se encuentran los vendedores de merchandising “pirata”, que se instalan -desde hace varios años- en las puertas de los teatros y, de alguna manera, se convirtieron en parte del “folklore” de la calle Corrientes. Cada uno de los puesteros fabrica su propia mercadería, cose los disfraces, manda a hacer las remeras, baja de internet las fotos de los actores y las pasa a papel fotográfico. Las novedades en el vestuario o en las fotografías son seguidas constantemente porque significan nuevas posibilidades de venta.
Lejos de esa rusticidad de los puesteros, las ganancias millonarias son de las compañías que ofrecen los formatos para que las series o películas se realicen localmente y también de las estrategias para insertarlos en el mercado. Sin dudas, Disney es la empresa más hábil -a nivel casi, global- en este campo y su más ultima conquista fue la que realizó con High School Musical, una película que fue lanzada originalmente por televisión con un modesto presupuesto, que ya recaudó unos 2.700 millones de dólares entre 2007/2008.
En la Argentina, las producciones de Cris Morena son también muy rentables y se ven en gran parte de Latinoamérica, Europa e incluso Asia. Desde Chiquititas hasta Casi Ángeles los aciertos y las ganancias parecen no ceder temporada tras temporada. Aunque las cifras no se conozcan debido al gran hermetismo por parte del Cris Morena Group, empresa encargada de la venta de latas y formatos de los programas, no se podría descartar que los beneficios fueran millonarios.


La anterior fue una nota que hice para TEA. No me la copies ;) Total es re mala

jueves, 2 de abril de 2009

Gracias Alfonsín


El 31 de marzo murió un buen hombre, creo que es bueno recordarlo.

Porque la Política (con mayúscula) prime de ahora en más. Para que la democracia sea el modelo de justicia que todos deseamos.

Porque lo contrario de la Política es la guerra (con minúscula). Tan sólo basta recordar lo que ocurrió hace 27 años.

Para que no ocurra Nunca Más.