viernes, 12 de diciembre de 2008

Un día como hoy...

Un día como hoy... 24 de noviembre de 1922 se descubrió la tumba de Tutankamon, el mítico faraón que continua sembrando dudas sobre la causa de su muerte entre los científicos, egiptólogos y aficionados. El Infotrans del colectivo 153 me comentaba una efeméride atrasada, hoy todavía es 11 de diciembre, pero no se equivocaba al informarme sobre el próximo casamiento de "Gerard" Sofovich con una veinteañera.

No suelo viajar en colectivo, pero mientras estaba sentada "confortablemente" en mi tren con aire acondicionado un imprevisto desafortunado hizo que tuviera que dejar de lado la comodidad del asiento recién apoderado, en medio de una lucha descarnizada con hombres y mujeres hartos de tanto trabajar, en la estación de Once. Luego de media hora de espera (o quizás más, suelo perder la noción del tiempo muy fácil) a metros de la estación de Liniers abrieron las puertas del tren, en medio del desconcierto, todos sus ocupantes tuvimos que bajarnos y caminar entre las piedras, pasando entre perros putrefactos y rogando por no ver a algún muerto entre las vías. Por suerte no pasó.

Una vez llegada a la estación la lucha era por entrar a algún colectivo. El 136, que llega a donde la mayoría no, explotaba de gente. Luego de hacer una larga cola, luchar verbalmente y tirar dardos acusadores con la mirada a señoras que trataban de subir al colectivo "haciéndose las vivas" por el costadito fui la última de subirme al 153 junto a una señora que no paró de quejarse, ya sea de la cadera o del señor que estaba al lado suyo que constantemente le decía "¿por qué no se calla señora? estamos todos igual". Era demasiada impertinencia para la viejita, que, en verdad, ya se tornaba insoportable. Pasamos por Liniers, había bomberos, policías, ambulancias y muchas dudas. Nadie sabía nada. Recién me enteré lo que realmente había pasado gracias a las cámaras de Crónica, el único medio televisivo que mostró lo que había pasado, para el resto esta realidad no existió (puede que me equivoque pero fue lo que vi). Aparentemente chocaron, según Crónica, y se "rozaron", según el vocero de TBA, Gustavo Gago, dos formaciones mientras cambiaban de vía. Produjo dos heridos leves pero un enorme dolor de cabeza para todos lo usuarios y colectiveros, que tuvieron que soportar las locuras de todos los que, desesperados por llegar a sus casas, golpeaban los vidrios y vociferaban.

Finalmente llegué a casa, comí y escribo mientras miro la final de Bailando. Se que no es muy "intelectual" de mi parte pero es lo que hago. Es el momento de desconexión de la noche y Tinelli lo hace muy bien. Cualquier sinapsis queda anulada. Las neuronas que durante el día trabajaron para conseguir alguna salida entre la confusión ya quieren descansar. Bueno, a dormir.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Comienzo

Un blog da para todo. Puedo escribir desde mi estado emo del momento hasta lo que más me sorprendió en mi día. Ya había hecho otros pero nunca me había animado a escribir, es tan amplio que nunca supe lo que quería decir. No es que ahora lo tenga mucho más claro pero las ganas me sobrepasan, tengo que escribir, no importa qué ni cómo, pero se que voy a hacer mi mejor esfuerzo.

Hace unos días reabrí uno de los libros más lindos que leí en los últimos tiempos: El hombre ilustrado de Ray Bradbury, un viejito que es lo más escribiendo, sus temas preferidos son los extraterrestres y el universo. Te atrapa desde la introducción (se llama Bailando, para no estar muerto) en donde relata un episodio que le pasó mientras se encontraba en un café de París y habla con un camarero amigo y él le cuenta su vida:

-Trabajo de diez a doce horas, a veces catorce y después a medianoche me voy a bailar, bailar, bailar hasta las cuatro o cinco de la mañana, y me acuesto y me duermo hasta las diez, y luego arriba a las once a trabajar diez o doce horas y a veces quince.

El camarero amigo de Ray puede parecer cualquier adolescente común, al que le gustaba el cachengue, obvio, y mucho, pero lo lindo es el por qué (tiró una muy buena justificación)

-Dormir es estar muerto. Es como la muerte. Así que bailamos, bailamos para no estar muertos. No queremos que eso ocurra- dijo

Ray, que ya tiene sus primeros 88 años, no dudó al decir que lo que hace a las tres de la mañana mientras el otro baila es escribir, y la razón por lo que lo hace es exactamente la misma: Para no estar muerto.

A mi me parece maravillosa la filosofía de estos dos hombres, ya sea el fiestero o el escritor (que tranquilamente podrían ser una sola persona), porque no debe haber peor cosa que ser un muerto en vida.

Desde este mínimo espacio en la web, una chica como yo va a tratar de sobrevivir escribiendo, escribiendo, ¡escribiendo!


Fer