Cada fin de semana la puerta del teatro Gran Rex se convierte un hervidero de chicos y de puesteros que, con gran ingenio, venden desde vestiditos multicolores hasta fotos de los actores favoritos de las fanáticas. Cómo es el negocio y quiénes son los que más se benefician del furor del género musical.
“Estoy pensando seriamente hacer mascaritas y venderlas en la puerta del teatro en donde está El Fantasma de la Ópera”, bromea un padre mientras espera en la cola para ver Patito Feo junto a su sonriente nenita de 7 años. Su risa pícara no es producto sólo de que va a ver a sus personajes favoritos de la televisión sino que también está completamente equipada con su disfraz de Antonella, la chica mala de la tira, que mezcla la clásica telenovela con el musical. El conjunto de pollera, chaleco y sombrero: 60 pesos. Las entradas, como mínimo, 40 pesos. Pero ver a esa chiquita y tantas otras más sonrientes, no tiene precio. “Para ellas”, dirá algún que otro padre que, pese a todo, no puede negarse a los pedidos de sus hijas.
Verónica, una vendedora de merchandising “trucho” desde hace siete años en la esquina del teatro Gran Rex, no teme en develar uno de sus mejores artilugios a la hora de vender: “Una vez que le pongo la pollerita o el sombrero a la nena ya está, le encanta, y la madre no puede decir que no. Ya sabe que algo le tiene que comprar”. Ella no se queja: “En dos días puedo hacer lo que cualquier persona puede ganar en un mes“. Sin embargo, las ganancias no son parejas en todos los shows y la crisis económica se hace sentir, según dice, desde hace un año. Su máxima es: “Se vende más cuando el espectáculo es bueno y esperado”, por eso afirma que en los recitales es donde se recauda más. En la tarde del sábado su duda era entre Iron Maiden, en el estadio de Vélez, y Patito Feo, en el Gran Rex. Se decidió por la segunda opción porque ya había invertido en los vestiditos multicolores y en los sombreros de tipo “cowboy” para Marco Antonio Solís, que se presentaba a la noche en el Luna Park, su próximo lugar de trabajo en el día.
Lo cierto de los musicales infanto-juveniles es que son una mina de oro para las empresas televisivas, productores, actores y en esa larga cadena de beneficiados también se encuentran los vendedores de merchandising “pirata”, que se instalan -desde hace varios años- en las puertas de los teatros y, de alguna manera, se convirtieron en parte del “folklore” de la calle Corrientes. Cada uno de los puesteros fabrica su propia mercadería, cose los disfraces, manda a hacer las remeras, baja de internet las fotos de los actores y las pasa a papel fotográfico. Las novedades en el vestuario o en las fotografías son seguidas constantemente porque significan nuevas posibilidades de venta.
Lejos de esa rusticidad de los puesteros, las ganancias millonarias son de las compañías que ofrecen los formatos para que las series o películas se realicen localmente y también de las estrategias para insertarlos en el mercado. Sin dudas, Disney es la empresa más hábil -a nivel casi, global- en este campo y su más ultima conquista fue la que realizó con High School Musical, una película que fue lanzada originalmente por televisión con un modesto presupuesto, que ya recaudó unos 2.700 millones de dólares entre 2007/2008.
En la Argentina, las producciones de Cris Morena son también muy rentables y se ven en gran parte de Latinoamérica, Europa e incluso Asia. Desde Chiquititas hasta Casi Ángeles los aciertos y las ganancias parecen no ceder temporada tras temporada. Aunque las cifras no se conozcan debido al gran hermetismo por parte del Cris Morena Group, empresa encargada de la venta de latas y formatos de los programas, no se podría descartar que los beneficios fueran millonarios.
“Estoy pensando seriamente hacer mascaritas y venderlas en la puerta del teatro en donde está El Fantasma de la Ópera”, bromea un padre mientras espera en la cola para ver Patito Feo junto a su sonriente nenita de 7 años. Su risa pícara no es producto sólo de que va a ver a sus personajes favoritos de la televisión sino que también está completamente equipada con su disfraz de Antonella, la chica mala de la tira, que mezcla la clásica telenovela con el musical. El conjunto de pollera, chaleco y sombrero: 60 pesos. Las entradas, como mínimo, 40 pesos. Pero ver a esa chiquita y tantas otras más sonrientes, no tiene precio. “Para ellas”, dirá algún que otro padre que, pese a todo, no puede negarse a los pedidos de sus hijas.
Verónica, una vendedora de merchandising “trucho” desde hace siete años en la esquina del teatro Gran Rex, no teme en develar uno de sus mejores artilugios a la hora de vender: “Una vez que le pongo la pollerita o el sombrero a la nena ya está, le encanta, y la madre no puede decir que no. Ya sabe que algo le tiene que comprar”. Ella no se queja: “En dos días puedo hacer lo que cualquier persona puede ganar en un mes“. Sin embargo, las ganancias no son parejas en todos los shows y la crisis económica se hace sentir, según dice, desde hace un año. Su máxima es: “Se vende más cuando el espectáculo es bueno y esperado”, por eso afirma que en los recitales es donde se recauda más. En la tarde del sábado su duda era entre Iron Maiden, en el estadio de Vélez, y Patito Feo, en el Gran Rex. Se decidió por la segunda opción porque ya había invertido en los vestiditos multicolores y en los sombreros de tipo “cowboy” para Marco Antonio Solís, que se presentaba a la noche en el Luna Park, su próximo lugar de trabajo en el día.
Lo cierto de los musicales infanto-juveniles es que son una mina de oro para las empresas televisivas, productores, actores y en esa larga cadena de beneficiados también se encuentran los vendedores de merchandising “pirata”, que se instalan -desde hace varios años- en las puertas de los teatros y, de alguna manera, se convirtieron en parte del “folklore” de la calle Corrientes. Cada uno de los puesteros fabrica su propia mercadería, cose los disfraces, manda a hacer las remeras, baja de internet las fotos de los actores y las pasa a papel fotográfico. Las novedades en el vestuario o en las fotografías son seguidas constantemente porque significan nuevas posibilidades de venta.
Lejos de esa rusticidad de los puesteros, las ganancias millonarias son de las compañías que ofrecen los formatos para que las series o películas se realicen localmente y también de las estrategias para insertarlos en el mercado. Sin dudas, Disney es la empresa más hábil -a nivel casi, global- en este campo y su más ultima conquista fue la que realizó con High School Musical, una película que fue lanzada originalmente por televisión con un modesto presupuesto, que ya recaudó unos 2.700 millones de dólares entre 2007/2008.
En la Argentina, las producciones de Cris Morena son también muy rentables y se ven en gran parte de Latinoamérica, Europa e incluso Asia. Desde Chiquititas hasta Casi Ángeles los aciertos y las ganancias parecen no ceder temporada tras temporada. Aunque las cifras no se conozcan debido al gran hermetismo por parte del Cris Morena Group, empresa encargada de la venta de latas y formatos de los programas, no se podría descartar que los beneficios fueran millonarios.
La anterior fue una nota que hice para TEA. No me la copies ;) Total es re mala
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