No hay casas ostentosas ni grandes jardines. El barrio 17 de Agosto de Ituzaingó la mayoría de las veces suele pasar desapercibido e incluso muchos de los que viven en él ni siquiera saben su nombre. Por lo general caminar por el barrio resulta bastante gris, uno puede ver desde una iglesia católica casi abandonada, con paredes descascaradas, hasta una iglesia menonita -a sólo una cuadra- que impacta con su simpleza y pulcritud. Todavía son un misterio los vecinos que pertenecen a esa comunidad.
Cuenta la historia de los que tienen más antigüedad en el barrio que a principios del siglo XX la zona era bastante conocida. Al estar cerca de la ciudad, unos 30 kilómetros aproximadamente, y ser uno de los lugares más altos del oeste bonaerense, se trataban enfermos de tuberculosis y hasta se la había denominado como “La Cordobesita del Oeste”. Aunque esa es historia que todavía no se encuentra en los libros y parece ser más nostalgia por el pasado campestre que alguna vez supo tener.
En primavera, las golondrinas sobrevuelan las casas bajas, los altos pinos y eucaliptos se mueven mansamente con la brisa, y los vecinos sacan a pasear a sus perros para tener una excusa para caminar. Otros, en cambio, van a comprar a la carnicería (en un radio de cuatro cuadras hay cinco) para hacer el almuerzo. Todo sigue con la misma tranquilidad con la que empezó.
Cuenta la historia de los que tienen más antigüedad en el barrio que a principios del siglo XX la zona era bastante conocida. Al estar cerca de la ciudad, unos 30 kilómetros aproximadamente, y ser uno de los lugares más altos del oeste bonaerense, se trataban enfermos de tuberculosis y hasta se la había denominado como “La Cordobesita del Oeste”. Aunque esa es historia que todavía no se encuentra en los libros y parece ser más nostalgia por el pasado campestre que alguna vez supo tener.
En primavera, las golondrinas sobrevuelan las casas bajas, los altos pinos y eucaliptos se mueven mansamente con la brisa, y los vecinos sacan a pasear a sus perros para tener una excusa para caminar. Otros, en cambio, van a comprar a la carnicería (en un radio de cuatro cuadras hay cinco) para hacer el almuerzo. Todo sigue con la misma tranquilidad con la que empezó.
Esta nota fue escrita para TEA. No la copies. Gracias por leerla.
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