Mi brazo tantea el aire, traspaso una cortina de burbujas aunque eso no significa que una de ellas evite meterse en mi ojo (el burbujero dio un prolongado soplido justo en el momento que pasaba a centímetros de él).
Un bálsamo de humedad y dióxido de carbono nos cubre a todos, los desquiciados vagabundos de la avenida Pueyrredón. Caminar no significa únicamente adelantar un pie y luego otro. El cuerpo no sigue la inercia. Caminar se convierte en una actitud mental, una necesidad de escape para esquivar con una sonrisa y algún que otro "gracias" al mismo volante de ayer:
TAROT
Unión de pareja.
Amarres.
Espejos de colores refractan la incandescencia del sol. A mi alrededor todo es exuberancia de luces y sonidos, objetos inútiles y ansiosos vendedores, que se desvanecen mientras bajo las escaleras que conducen a la estación del subte B.